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Mostrando entradas de mayo, 2017

SAAF

Tengo SAAF (Síndrome de Anticuerpos Antifosfolípidos). ¿Cómo lo sé? ... una muy larga historia.       Hace ya varios años, mucho antes de dejar mi ciudad natal para instalarme en Santiago, comencé con dolores, según yo, "de estómago". Estos dolores eran leves al principio, pero poco a poco aumentaron en intensidad y me pasé casi dos años años abrazada a la taza del baño vomitando. Nunca fui al médico. Un par de años después, llevaba casi cinco meses en Santiago, había obtenido y perdido mi primer trabajo y estaba feliz porque no me gustaba el lugar, ni el jefe, y salí con una amiga, también sureña, que llevaba más tiempo en la ciudad. Fuimos a tomar algo y a picar, para celebrar mi liberación. Al día siguiente desperté con dolor abdominal, no me podía mover y la molestia parecía ir en aumento. Traté de resistir como siempre, pero no era posible. Finalmente, fui al médico y me inyectó dos dosis de viadil. Estuve más de una hora llorando de dolor y no me hizo efecto. M

Soy Gorda.

Sí, lo soy. O por lo menos es eso lo que me ha hecho creer la sociedad desde que tengo memoria. Mido 158 cm. y peso, por lo general, entre 60 y 69 kilos. Subo y bajo, como todo el mundo, pero nunca he pesado menos de 60. Excepto una vez, pero lo explicaré más adelante. La primera vez que mi sobrepeso se hizo real, para mí, fue a los 12 años. Recuerdo que mi profesora de octavo básico tuvo la genial idea de hacer una lista de alumnos con su peso y talla. Tuve que pesarme el día anterior y llevar mis datos al colegio. Cuando llegamos a clases, la profesora comenzó a pasar lista y a preguntar en voz alta los datos que había solicitado, yo estaba en la letra “ O”, por lo que tardó un poco en llegar a mi nombre. A esas alturas sólo había escuchado números entre 45 y 55, entonces me asusté y cuando ella preguntó por mi peso y estatura le respondí ―155 cm. y 58 kilos. Era mentira, yo pesaba 62, pero un año atrás había pesado eso y me pareció correcto. Sin embargo, me equivoque. La

Parto. (primera parte)

     Hace no muchos días leí un artículo en una revista muy prestigiosa de mi país, en la que se hablaba sobre las maravillas del área de maternidad en el hospital donde tuve a mi hijo hace nueve meses.      El artículo hablaba sobre salas especializadas, con jacuzzi, con una matrona designada para masajearte los pies y darte lo que sea que necesitaras. Se recalcó que era una madre extranjera y que tenía Fonasa. Además se alababa el hecho de que dicho hospital tenía un alto porcentaje de partos normales.      Yo estuve hospitalizada 3 veces antes de tener a mi hijo, básicamente porque tengo un síndrome auto-inmune que podía traer problemas y adelantar el parto, cosa que no sucedió. No puedo decir que la atención fue mala esas veces que tuve que quedarme ahí, las personas que me atendieron se portaron bien y en su mayoría fueron amables. En total estuve casi un mes, y vi pasar a muchas embarazadas, desde niñas de dieciocho años hasta señoras de cuarenta y tantos. Estaba en una pi

Silencio

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Tenía doce o trece años, cuando viajé con mi familia a ver a mi abuela materna. No era la primera vez, íbamos todos los años unas tres veces. Pero, esta vez fue diferente, porque cuando algo así pasa no se olvida tan fácilmente, no a esa edad, supongo. Siempre fui inocente, infantil. Jugaba a las muñecas aun cuando estaba en el liceo y todas mis compañeras pololeaban o ya habían besado a alguien. No recuerdo mucho lo que acontecía en general, pero recuerdo el hecho en sí. Mi mamá me mandó a buscar una toalla a la pieza que siempre usábamos en la casa de la abuela. Las piezas en ese tiempo no tenían puertas, sólo cortinas que las separaban unas de otras. Hice lo que me pidió y cuando atravesé la tela que colgaba del techo lo encontré frente a mí, vestido solo con su ropa interior y mirándome fijo. Yo quise pasar de largo y bajar al primer piso, pero me freno. Me tomó en brazos y me olió el cuello, sus manos recorrieron mi espalda y todo lo que pudieron en ese breve momento. Es